Qué hermosas son tus flores.
He pensado que nadie como tú podría ilustrar este poema de E.E.Cumming:
En un lugar que nunca he visitado, más allá
de toda experiencia, tus ojos están llenos de silencios:
en tu gesto más leve hay cosas que me atrapan
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más sutil me abre fácilmente
aunque me haya cerrado como un puño,
tú siempre me abres pétalo a pétalo, igual que la Primavera abre
(tocando sabia y misteriosamente) su primera rosa.
Y si tu deseo es cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos para siempre
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo lentamente sobre todas las cosas
Nada de lo que podemos percibir en este mundo iguala
el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
se apodera de mí con el color de sus países
esparciendo muerte y eternidad en cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y que se abre; pero algo dentro de mí comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas).
Nadie, ni tan siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.
Preciosas lágrimas Ana. Felices Navidades, un saludo
Igualmente Pepe, espero no llorar mucho 🙂
Te ha quedado increible, de verás, ¡me encanta! Enhorabuena 😉
Me alegro mucho que te guste, un saludo
Qué hermosas son tus flores.
He pensado que nadie como tú podría ilustrar este poema de E.E.Cumming:
En un lugar que nunca he visitado, más allá
de toda experiencia, tus ojos están llenos de silencios:
en tu gesto más leve hay cosas que me atrapan
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más sutil me abre fácilmente
aunque me haya cerrado como un puño,
tú siempre me abres pétalo a pétalo, igual que la Primavera abre
(tocando sabia y misteriosamente) su primera rosa.
Y si tu deseo es cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos para siempre
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo lentamente sobre todas las cosas
Nada de lo que podemos percibir en este mundo iguala
el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
se apodera de mí con el color de sus países
esparciendo muerte y eternidad en cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y que se abre; pero algo dentro de mí comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas).
Nadie, ni tan siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.
La traducción es mía y algo libre.
Un abrazo
Gracias Alfredo por este regalo, no tenía nada leído de él y me lo has descubierto. Un saludo