Comenzamos con temperaturas altísimas, lo cual no es el fin del mundo ya que te permite ciertas excursiones en grupo.
Llovió lo que quiso y más, y nos permitió disfrutar de una mojada Vetusta.
Nevó, renevó y siguió nevando, permitiendo rutas memorables como la del Valle del Lago y otras de la zona de Somiedo. E incluso nevó en la ciudad y hubo que llegar hasta el prerrománico más cercano.
El mar estuvo revuelto y el faro de San Esteban de Pravia se dejó fotografiar.
Y entre tanta inclemencia meteorológica dio tiempo a cocinar, retratar, hacer bodegones, buscar a Hokkaido, patrimonios olvidados y recordar a los grandes maestros, e incluso autorretratarse 🙂 .
No me quejo de este invierno.
Deja un comentario