El pasado fin de semana nos arriesgamos a hacer una ruta fácil con los niños a pesar de que las previsiones del tiempo eran malas. Menos mal que nos hizo un día espectacular pero os explico esto ya que en alguna foto nos veréis cargando con el paraguas.
Como tenemos marcado un límite de kilometraje para realizar con niños, 9 km, la ruta por el desfiladero de las Xanas nos pareció muy apropiada, pero aunque es fácil hay que plantearse que el desnivel es de más de 300m y que en gran parte va por el desfiladero, y la senda es estrecha. Vamos, que si tenéis niños inquietos y poco dóciles, NO es recomendable. Esperar a que crezcan o les entre la cordura, porque deben ir de la mano y puede resultar agobiante cuando no hacen caso. En este caso ese desnivel les marco y los pobres llegaron un pelín machacados pero muy felices.
Esta senda surge como un intento de carretera para unir pueblos aislados pero que nunca llegó a terminarse. Quizás las Xanas del lugar hicieron lo posible para evitarlo, pero lo que no consiguieron es que sea una ruta muy transitada. Por cierto, si alguien no lo sabe las Xanas son ninfas que viven en cuevas y ríos.
La ruta comienza en el pueblo de Villanueva, y empieza con un fuerte repecho.
Para los peques tiene el aliciente de dos pequeños túneles a lo largo del trayecto.
Y enseguida empezamos a intuir el desfiladero.
Más adelante la ruta se acerca al río, y se pasa del desfiladero a una zona boscosa. Ahora estaba invernal y un tanto triste por lo que sería más apropiado acercarse por esta zona en otra época, pero con el inconveniente de que hay bastante más caminantes.
Encontramos en el camino un par de molinos abandonados. Una autentica pena.
A partir de aquí el camino se divide en dos. Por una parte se puede atajar para llegar directos a la iglesia de San Antonio en Pedroveya o dar un rodeo con unas escaleras poco cómodas. Elegimos mal y fuimos por las escaleras, por lo que parar varias veces fue necesario.
En esta iglesia es donde mucha gente para para comer y realizar el trayecto de vuelta después, pero nosotros nos decantamos por comer en Pedroveya en el típico sitio que no mencionaré porque la comida estuvo sobresaliente pero el trato fue de suspenso.
Con las pilas cargadas iniciamos el descenso por el atajo sin escaleras.
Y en esta última foto os muestro como una servidora se pasó todo el desfiladero con el corazón encogido.
Estorbin 