Con esta frase empecé en facebook ayer con la excusa de presentar la siguiente foto. Pura coincidencia, ya que era domingo y la foto parecía del misal en el altar.
Las reacciones que provocó la foto y la lectura del post sobre la ambigüedad y complejidad de la fotografía de Alfredo Oliva, me han hecho pensar un poquito (sólo un poco :-)).
Alguien me sugería haber puesto el libro ardiendo, y otro me comentaba que le trasmitía cosas como la pureza de corazón y que sólo la palabra de Dios bastaba.
La verdad es que para mi es una imagen bien sencilla, sin otra pretensión que mostrar un libro abierto (que por cierto es un diccionario), ni siquiera por donde tiene la marca. Quizás se abrió para consultar algo que se sabe que sale a posteriori y ha quedado allí el libro a la espera de que regrese el interesado. Si no hubiese dicho nada del «día del Señor», quizás la reacción hubiera sido distinta. Una prueba más de que el título o pie de una foto tiene mucho peso.
Sin embargo a pesar de no tener una lectura compleja, ni un mensaje que haya que descifrar, ha provocado reacciones diversas.
Puedo tomar dos caminos, dejarla como está o añadir algún elemento que genere esa ambigüedad y complejidad de la que nos habla Alfredo.
Si no hubieras puesto ese título al ver esta foto, en mi caso, se lo pondría yo. Me lleva a mis años de monaguillo, jeje. Un saludo
¡ay Pepe! me dejas frita, jaja. A ver si al final mi subconsciente me ha llevado a esta foto.